jueves, 13 de junio de 2024

EL INSTANTE PERFECTO.

 Estoy en una reposera, en la playa, con un libro, en un impase, 

los veo llegar, son las cinco de la tarde,  el sol de junio, todavía  

a pleno, pero ya se nota que atardece, tienen 15 o 16 años, ella una morenita

casi mulata, bajita, llena de curvas y turgencias, con el pelo totalmente enrulado

recogido en una cola, él un flaquito esmirriado, solo unos centímetros más que ella

de altura, con el corte de pelo de rigor de todos los adolescentes, se tumban

casi frente a mi, se sacan las remeras y se abrazan, ella esta sobre él, y se

besan, no hay nada sexual y todo es sexual, no exageran, hablan despacio,

pero se nota que de cualquier cosa, el mundo ha desaparecido para ellos,

el alarga la mano, le acaricia los muslos, los cachetes de manzana, que 

parecen exhalar aroma a fruta, ella lo besa otra vez, se acomoda mejor,

le revuelve el pelo, y hablan, y no hay nada promiscuo, solo dos adolescentes

que se desean, que no muestran excitación , solo deseo, de tocarse de sentirse,

de intimar, yo estoy mirándolos, sin lascivia alguna, me inspiraban ternura

paz, la playa de fondo, el sol que empieza a caer y los cubre de sombras,

convirtiéndolos en un cuadro en blanco y negro, allí quedaron abrazados,

deseosos, urgentes y pacientes, seguro soñando que ese momento sea

eterno, enamorados hasta donde se puede, sin que nada importe más que

ese instante.

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