He peleado y ganado, cientos de batallas.
He doblado las aspas de los molinos, cuando
no había viento y logré que giren.
He atravesado la barrera del tiempo, convenciendo
al reloj para que sus agujas se muevan a mi favor.
He acunado y mecido, mi desaliento, hasta convertirlo
en mi fuerza y mi alimento.
He gritado, he llorado, en ese desierto inmenso de
la soledad existencial y absoluta, viendo como se
caía el muro de hierro de mi inventada fortaleza.
He superado todos los limites de la lógica , la
apariencia y la vergüenza.
Me cuesta mucho recordar cuántas veces me he caído
y me he vuelto a levantar..
Pero no he conseguido ni por un segundo
acallar mi mente. Lo he intentado de todas
las formas humanamente posibles.
Más cuando llega la noche, que hago tardar
hasta que casi se junta con el día, ella esta ahí
lúcida, agresiva, da vueltas en redondo, hace
tremendas piruetas, me enfrenta y se revela y
no hace el menor esfuerzo por quedarse quieta.
Y yo le digo que BASTA, que ya está bien
que se relaje de una puta vez!
que me deje en paz, que se apiade de mí
ahora que estoy adentro de la temida vejez.
Entonces se ríe cínica y sarcástica ,me ataca
con munición pesada y me susurra al oído
con voz ronca color vino, que si quiero que
se calle no le de más de comer.