Dos danzadores a escena. El avanza
da dos pasos y,
temiendo su fracaso, retrocede y da
la vuelta.
Ella espera sin respuesta, con la
mejilla de un lado, y ese beso
tan deseado,
nunca traspasa la puerta.
Al encontrar esa ausencia, despliega hacia
él su encanto y así danza tras sus pasos,
apoyada de puntillas .
Pero al ver que no la alcanza
y agotada ya sus fuerzas
se quita las zapatillas, la suave
música cesa.
Y en las noches de tormenta,
los dos, siempre separados,
sueñan estar abrazados
mientras el telón se cierra.
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