Tenía un sabor metálico en la boca, cuando me desperté en
plena noche, creí que la pesadilla que había tenido, se había
instalado en mi lengua y mi garganta, en el sueño ella corría,
huía despavorida, y yo la perseguía con un enorme cuchillo
de cocina, ella gritaba pero nadie la escuchaba y yo no entendía
porqué, esos aullidos desgarrados, porqué huía de mí, que tanto
la amaba, si ella sabía que besaba el suelo que pisaba.
Me tranquilicé al verla dormir plácidamente a mi lado con el
pelo revuelto cubriéndole el rostro.
Necesitaba contemplarla, un poco, así en silencio, después de
tan horrenda pesadilla, que todavía me mantenía el corazón
desbordado y el pulso sin control.
Me dispuse a incorporarme levemente, antes de palpar una extraña
humedad debajo de las sábanas, cuando retiré las manos, se me heló
la sangre y comprobé que su cuerpo yacía sin ninguna de sus extremidades..
Así comprendí que el sabor metálico en el paladar, solo era el
reflejo de lo que quedaba de ella.
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