En la alta noche, podríamos gravitar rotando, cruzando
puertas en busca del puro no, de la aparición urbana
porque todo es un mito, y ella, porque me cree su perro, mientras
viaja en tranvía leyendo 20 cuentos y busca entre mis piernas
los caminos perdidos que se encuentran bajo el follaje del
llanto de la tierra, y no, no busca amor, si no, un complemento
de materia, de libido edén de infierno. Y yo solo busco en ese
desesperado encuentro, de palabras inconexas, truncas y dolidas
un solo trozo poroso de realidad ineludible. Siempre atravesado
por una daga invisible, respiro Buenos Aires, como respiro a una
mujer, mi mujer, mi musa, una erótica materia, un paraíso hecho
carne, una perdis a la crema. Y mis piernas ya no responden, y me
enojo con ellas, voy perdiendo el humor y el ardor que he sentido
por ella. Me ahogo en islas solo de sangre, porque de sexo estoy
muerto y me trasmuta el hambre visceral de ella, el puro no de una
vida contrahecha, atormentada. Recién entonces salgo al jardín,
y la veo ahí volando, por encima del sauce y entonces sé que
soy perfectamente capaz, de soportarle todo, su aliento, su
larga nariz y su cutis a veces de papel de lija, nada me importa
todo se lo perdono a María Luisa, porque no me importan ni sus
pechos a veces como magnolias y otras como pasas de higo,
lo que me enamoro de ella, es que desde el amanecer volaba
del dormitorio a la cocina, como una delicada pluma, y me
hacia volar con ella hasta el sauce del jardín a ver el paraíso.
Porque todo, todo se lo perdono a una mujer, todo, menos que no
sepa volar.
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la que modera los comentarios es rubia, sabrán entender, ustedes tranquilos, comenten sin miedo, eso de la moderación es puro cuento, porque además de rubia es ARGENTINA.