Cuando la tormenta pase. Cuando las piedras dejen
de arder en los ojos.
Cuando la lluvia deje de caer implacable sobre mis
huesos, empezaré a llevarte conmigo a todas partes.
No te buscaré en esta casa que hoy me ahoga y me
azota como un castigo.
Solo entonces empezaré a transitar la gloria de haberte
tenido.
Alguien fue muy cruel, tanto como para abandonarte,
para dejarte a la intemperie, librado a tu destino.
Quizás fue la misma noche que creí no poder más,
esa en que los fantasmas y la soledad me abrazaban
como heladas llamas, ya se perfilaba que éramos
el uno para el otro, vos el único en soportar mis
noches intensas, consolándome en la pérdidas
irreparables, esperándome todos los días como si
fuese el primero, siempre dispuesto, siempre
agradecido, tu extrañarme tan desmedido, a solo
un minuto de haber de tu vista desaparecido.
Abrir la puerta siempre fue una fiesta, tan exagerada
y desmedida.
Lo hiciste todo por mí, yo no te salve de nada, vos
viniste a salvarme de dolor y olvido.
Te acordás hace nada, esa noche, que recuperé mi
alma y mi cuerpo, entendiste todo y bailaste conmigo.
Muy poco hice yo, me lo diste todo servido.
Hasta tu último aliento, me dejaste acunarte, con
un reguero de velitas encendidas y en cada caricia
que seguro te debía, abrías los ojos volviendo a la
vida. Me dejaste despedirme de cada amor extinguido.
Me miraste a los ojos, cada instante, en que te sentía
ya ido.
Te pedí por favor, te dije no estoy lista para tu partida.
Aguantaste cada envestida y suspiraste una y otra vez,
un tranquila, acá estoy todavía.
Es increíble, como la crueldad de los miserables, puede
transformarse en amor incondicional de los corazones
rotos. Me mostraste el camino de la generosidad y que
no hacen falta palabras para decir lo que se siente.
Y no, no te asusto mi amor, ni mi honestidad brutal,
te quedaste valiente y estoico. Te fuiste como viniste,
rodeado por mis brazos desvalidos y mis lagrimas,
presas de tu agonía.
No quiero decirte adiós que va! Hay quién dice por ahí
que mi perro ha muerto, que locura llamarte perro, querido
mio! Que ilusos por favor, solo te fuiste a descansar.
Vos y yo nunca sabremos de olvidos.
No tengas dudas, no tengas miedo, ahí donde vaya te
llevaré conmigo.
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