Escribe Kety Mangione
25/11/2020
La cobardía es quizás la esencia más vil
que gestamos fuera del útero
Se lleva en la sangre una vez nacidos.
Antes no, antes no existe. Todo es valentía
por sobrevivir y la temeridad lo vence todo.
La cobardía y la obsecuencia, son sanguijuelas
que convierten la sangre en agua, la hielan,
es palpable, se agazapa en rincones putrefactos,
empapados de falso confort malsano.
Entonces, la nada, la existencia vacía, esa llena
de ilusorias promesas invisibles, nos hace sombra,
el sol desaparece y la mera quimera de ser, se apaga,
se diluye en un mar de lodo, que atravesamos sin
aliento, hasta llegar respirando apenas a la seca
orilla salvadora.
Lo que no entiende el cobarde, es que ya está muerto,
que no hay vida en orilla seca, ni entre firmes paredes
elevadas de amnesia y sangre adormecida, esperando
que la tormenta pase, escondidos, mudos, estúpidos,
mirando con ojos adustos a los que salen a juntar
pedazos en medio del huracán y pensando, Que imbécil
se va a matar!!
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