Escribe. Kety Mangione
Post. por K.M. 03/02/2020
No quiero volverme
masa.
No quiero ser
inducida en mis pensamientos.
Transito la última
parte de una vida intensa e interesante.
La última década
podría resumirse en una serie de hechos
aislados que no me
incluyeron.
Creo que hay cosas
que no podemos ver, pero suceden.
Veo cosas que
suceden que no se pueden demostrar.
No me interesa
pertenecer a ningún sector ni bando.
Nadie me convence de
nada, solo que a veces, con los que
quiero mucho o los
que no quiero nada, no discuto más.
No tengo ninguna
certeza, ni una sola, todo es cuestionable.
Disfruto de mi
tiempo de soledad invadida, del mismo modo
que de la compañía,
el bullicio y la confusión.
No me adapto nunca,
aunque todos los días repita una amarga
rutina, siempre me
tira de sisa o me queda ancho de mangas.
Como con culpa
voraz, me emborracho sola, para evitar ese
ridículo tan temido
de los que me rodean.
Leo todo lo que
quiero y puedo, en bares, trenes, aviones
y en cada hueco que
se presenta.
Miro series de un
tirón, a la hora que se me da la gana.
El cine siempre, el
cine de apuro, el cine sin preámbulos.
El teatro, cuando se
puede, cuando la isla huele a Rio
de la Plata y las
orillas me mojan el alma.
Lo que no quiero es
volverme piedra, volverme masa, que
quieran moldearme,
les digo que sí, les muestro la hilacha.
Pero no, no me
convencen de nada. Porque yo soy la que
defiende la vida y
por eso apoyo la ley del aborto, porque
nací pobre me pongo
siempre del lado del que menos tiene,
porque mis
antecesores no tuvieron opción y yo tampoco,
estoy del lado de
los que migran.
Porque tengo hijos y
se que podrían ser Fernando, pero
también podrían
ser cualquiera de los otros 10, me pongo
en la piel de ambos,
sin demagogia y con un dolor enorme
en el corazón,
puedo decernir entre los cientos de culpables
que nunca pagarán
por este horror.
Nada me es ajeno, lo
que pasa hoy no lo olvido mañana.
Todo esta ahí, y no
hay internet que lo pueda comprobar.
La cáscara que
dejamos ver en redes, la exposición malsana
a la que nos
acostumbramos, quedando desnudos, maltrechos
y frágiles, me ha
atrapado como a todos, lo que no podrán
hacer conmigo es que
me vuelva masa. Es que no piense
de otra forma, mi
mente no se negocia, no se vende, solo
la alquilo por un
tiempo corto, a mentes limitadas que no
quieren oír, y más
cuando lo que esta en juego es demasiado
importante para mí,
así que actúo en mi propia defensa,
que me autoriza a
quedarme callada, a no decir nada que
pueda incriminarme,
porque a veces, en estos casos,
cualquier cosa que
diga puede ser usada en mi contra.